“Las leyes se hicieron para los hombres y no los hombres para las leyes.”.
JOHN LOCKE (1632 – 1704)
Quizás nos olvidamos con demasiada frecuencia de esta perspectiva, que nos indica la prioridad de los fines sobre los medios cuando el fin es la humanidad. Si bien es cierto que las leyes constituyes elementos imprescindibles para regular la convivencia humana, y que, unas vez consensuadas y promulgadas, todos debemos tenerlas presentes como guía para nuestras acciones y para la cohesión social, no es menos cierto que las leyes, como los valores y los principios que las orientan e iluminan, no son eternas ni inmutables, dependen de la voluntad de los hombres y pueden ser alteradas o modificadas si existe la convicción mayoritaria y racional de que se pueden mejorar en beneficio de la colectividad.
Por Joaquín Paredes Solís